¡GOOGLE es engañoso! Es usado para
adoctrinar con datos falsos.
Cayó una estrella a la Tierra y se formó un abismo… Del abismo salió una
humareda, oscureciéndose el sol y el aire. Del humo salieron langostas sobre la
tierra, y les fue dado poder como el que tienen los escorpiones terrestres. Y
se les mandó que no hiciesen estragos en la hierba de la tierra ni en ninguna
verdura ni en ningún árbol, sino en los hombres que no ostentan el sello de
Dios sobre sus frentes. Se les dio poder no para que los matasen, sino para que
los atormentasen durante cinco meses. Y el tormento que producían era como el
del escorpión cuando muerde al hombre. En aquellos días los hombres buscarán la
muerte y no la hallarán; y ansiarán morir y la muerte huirá de ellos.
Por su forma, las langostas parecían caballos equipados para la guerra; en
sus cabezas ostentaban como coronas que parecían de oro; y sus rostros
semejaban rostros de hombres. Tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus
dientes eran como de leones. Llevaban corazas como corazas de hierro; y el
estrépito de sus alas era como el estrépito de carros de muchos caballos que se
precipitan a la batalla. Tenían colas y aguijones semejantes a escorpiones; y
en sus colas residía el poder de herir a los hombres por cinco meses. Tienen
sobre sí mismas por rey al ángel del abismo, cuyo nombre es en hebreo Abaddón y
en griego Apolion, y significa "el Destructor". (Ap 9, 2-11)
El último libro de la Biblia, el tan cinematográfico Apocalipsis, narra las
visiones que tuvo el evangelista San Juan. La palabra Apocalipsis se asocia en
el lenguaje corriente a "fin del mundo" pero su significado real es
"Revelación". Es un libro de difícil interpretación que exige ser
leído con fe. A propósito de esto, muchas desviaciones de la doctrina vienen de
quienes, ansiando saber más de lo que Dios les quiere mostrar, hacen cábalas de
los textos, prediciendo acontecimientos que en modo alguno son revelados y
dificultando con ello la adhesión a la verdadera doctrina.
A pesar de la dificultad del libro, dado que la Palabra de Dios es
viva y eficaz, es posible que algunos fieles, no teniendo fácil acceso
a las exegesis de la Iglesia, encuentren en su lectura sentidos válidos
para orientar sus vidas. Y en esto no hay temor a equivocarse pues el mismo
Jesús lo avala: "Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen; a un asalariado
no lo seguirían." Y doy fe de que esto es así de cierto y de seguro.
En el pasaje con que comienzo este artículo se habla de una extraña
calamidad. Se dice que por efecto de una estrella caída aparecieron langostas
sobre la tierra, aunque el aspecto con que se las presenta en nada
coincide con el del insecto que conocemos por ese nombre. Por otra parte, la
misión que esos seres tienen encomendada es también extraña: atormentar a los
hombres durante cinco meses. ¿Qué son en realidad esa estrella caída y esas langostas?
Los acontecimientos que le fueron revelados en
visión a Juan se corresponden perfectamente con el Evangelio y la fe de la Iglesia. Según el apóstol Pablo, mancillado y frustrado el proyecto de la Creación, nuestra vida está con Cristo
escondida en Dios y mientras vivimos en carne mortal vivimos por la fe en el
Hijo de Dios; si tenemos luchas -y las tendremos- sólo la fe nos sacará adelante.
El lema 'sed sencillos como palomas y astutos como serpientes' significa optar
en toda ocasión por Jesús, aun a riesgo de perder la vida (la serpiente se deja
seccionar con tal de que no le aplasten la cabeza) y en relación al caso que
nos ocupa viene a ser el único modo de librarse de la ruina que envía el quinto
ángel.
En mis luchas me las veo muy a menudo con algo
semejante a las langostas de que habla el apóstol, y no han podido hacer estrago en mí por
la protección de Dios. A este respecto hay que aclarar que la marca en la
frente que nos preserva del daño no es algo que se pueda adquirir de una vez
para siempre sino algo que está permanentemente a prueba. Por esa razón incluso
los santos conocen muy bien a las famosas langostas, que obedecen al gran
tentador.
Por lo que yo sé, son insectos en el sentido de que su presencia es
connatural con nosotros, convivimos con ellos y si alguno nos molesta
simplemente intentamos quitárnoslo de encima. Pero justamente por esa
"familiaridad" resultan tan perturbadoras estas langostas. Su tremenda capacidad para hacer daño es un traje que se sobrepone
perfectamente a su condición de seres inofensivos. Y que dura cinco meses eternos.
Si de los doce meses del año exceptuamos -como Jesús hizo con Judas- al
engañoso febrero, quedan siete combinaciones posibles de cinco meses
consecutivos, y en cada una de ellas la suma de los días es siempre 153 (el
número de peces de la pesca milagrosa). En mi libro La Brisa del
Alcázar explico algunos de los significados de ese número bíblico que
Dios me ha concedido entender. Otros (como el que conlleva encabezar la lista
de los números narcisos) los introduzco en el segundo volumen de la
trilogía 153 rosas que, si Dios quiere, pronto verá la
luz.
En esencia, dicho número es un icono del cristianismo, semejante al pez o
al Crismón. En él se resume el kerigma, la buena
noticia de nuestra fe: hemos sido transportados a la vida verdadera -plena
en todos los sentidos- por el desbordamiento amoroso del que es todo Amor,
unidad sin división. Las cifras 1, 5 y 3 expresan el tránsito de nuestra
existencia de pecadores a la vida trinitaria a través del sacrificio de Cristo
en la cruz: El Dios uno se deja separar y por
sus cinco llagas entramos nosotros en la vida del Dios trino.
Los cinco meses de tormento para los hombres que no aman a Dios son un
castigo proporcional al extravío de no haber creído en el sacrificio eterno de
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, por quien estamos destinados a
salvarnos y ante quien toda rodilla se ha de doblar en el cielo y en la Tierra
y en el abismo. Y en realidad, los cinco meses pueden ser de hecho eternos,
como es eterna la realidad de nuestra vida en Dios.
Es obvio que los libros sagrados se han escrito para ayudarnos y el
Apocalipsis no es una excepción. En este sentido, no puede considerarse
simplemente un anticipo del final de la historia, como tan frecuentemente se
hace. El sufrimiento que ahí se nos comunica es, más que una profecía, un
aviso, un mensaje acerca de la imperiosa necesidad de
arrepentimiento y de conversión que tenemos. En el pasaje de las langostas no
se hace balance de los estragos que se originan pero en el que le sigue,
que narra sucesos aún más penosos, sí que se nos dice que ocasionan la muerte
de la tercera parte de la humanidad y que, a pesar de ello, los que quedan con
vida no se arrepienten de sus homicidios, supersticiones, fornicaciones y robos
y no dejan de adorar a los demonios.
Se observa un aumento de rigor en el castigo que los siete ángeles
ejecutan, desde el pedrisco y el fuego con sangre que abrasan a un tercio de la
tierra y de los árboles y agostan la hierba, hasta el castigo del final de los
tiempos, cuando el juicio de Dios condenará a los que no se hubieran
arrepentido y a la misma potencia del Mal a la más insufrible impotencia. Esa
gradación es para dar a entender que un mal conduce a otro y que cada paso en
falso es más peligroso que el anterior. Y esta intención didáctica y
exhortativa aparece explícitamente en el epílogo del Apocalipsis.
Las visiones de San Juan no tienen por qué corresponderse
con momentos cronológicos de la historia. Ahora mismo muchas personas pueden
estar viviendo el horror de las langostas u otro peor, del mismo modo que la
victoria final de los justos puede ser hoy una realidad para los que estén
muriendo en gracia y santidad.
Todo esto que comento no son curiosidades sino asunto de mucha importancia, entre otras cosas porque, como pasa con esos guerreros camuflados de
insectos, no parece que tenga ninguna. Sacar a la luz el verdadero alcance del mensaje del
Apocalipsis nos ahorraría muchísimo sufrimiento y mejoraría
grandemente nuestro bienestar. Yo estoy seguro, no por mi ciencia teológica
pero sí por el conocimiento que me da vivir unido a Cristo, de que contar mi
experiencia puede ayudar a otras personas a salvarse.
Es especialmente útil saber que estos bichos no se frenan ni ante los
hogares cristianos y que se propagan rápidamente utilizando las relaciones inter-familiares. Suelen colarse en todo tipo de comunidades y las de vecinos y los centros de trabajo son para ellos pan comido y una forma fácil de penetrar en los hogares. Una vez que entran en uno, si éste carece de un fundamento religioso sólido, se
desmorona en poco tiempo porque las personas que lo habitan salen echando
chispas cada una por su lado. Y la desgracia no acaba ahí pues luego vienen los
remordimientos y un calvario sin fin de inquietudes y molestias.
Si a los cónyuges les quedara algo de ánimo y quisieran averiguar cómo es que su vida -que creían tan bien asentada- se ha puesto en poco tiempo patas arriba, acudirán a buscar respuestas donde solían
hacerlo; y lógicamente también a Internet. En este caso se encontrarían, sí o sí, con
alguna versión de lo siguiente:
[A modo de pequeño experimento presento a
continuación unas notas sacadas de la red]
El amor en Internet
El amor en Internet
•He metido la palabra “amor” en el buscador y me ha dado en primer lugar
una definición de un diccionario anónimo con dos entradas:
*1. Sentimiento vivo, afecto e inclinación hacia una
persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno. "El amor al prójimo;
abrazó al bebé con gran amor; nunca ocultó su amor a la patria; el amor de la
gloria lo llevó hasta el heroísmo".
*2. Sentimiento de intensa atracción emocional y sexual
hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común. "Amor
platónico; me gustan las canciones de amor; no puedo expresar con palabras el
amor que siento por ti; le escribió una carta de amor".
Y luego me he encontrado, por orden, lo siguiente:
• [Cientos de frases más o menos ocurrentes de Instgr ]: Se
merece el universo entero y me escogió a mí; etc., etc.
• [Una definición de Wikpd ]: El amor es un concepto
universal relativo a la afinidad entre seres, definido de
diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista (artístico,
científico, filosófico, religioso). De manera habitual, y fundamentalmente en
occidente, se interpreta como un sentimiento relacionado
con el afecto y el apego y resultante y productor de una serie de actitudes,
emociones y experiencias. En el contexto filosófico, el amor es una virtud que
representa todo el afecto, la bondad y la compasión del ser humano. También
puede describirse como acciones dirigidas hacia otros y basadas en la
compasión, o bien como acciones dirigidas hacia otros (o hacia uno mismo) y
basadas en el afecto.
En español la palabra amor (del latín, amor, -ōris)
abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde el
deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional
asexual del amor familiar y el amor platónico, hasta la profunda devoción o
unidad del amor religioso. En este último terreno, trasciende del sentimiento y pasa
a considerarse la manifestación de un estado del alma o de la mente,
identificada en algunas religiones con Dios mismo o con la fuerza que mantiene
unido el universo.
Las emociones asociadas al amor pueden ser extremadamente poderosas,
llegando con frecuencia a ser irresistibles. El amor en sus diversas formas
actúa como importante facilitador de las relaciones interpersonales y, debido a
su importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en las
artes creativas (cine, literatura, música).
Desde el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece
ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que
mantenía a los seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba
la continuación de la especie mediante la reproducción.
La diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que
abarca hacen que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo
consistente, aunque, básicamente, el amor es interpretado de dos formas: bajo
una concepción altruista, basada en la compasión y la colaboración, y bajo otra
egoísta, basada en el interés individual y la rivalidad. El egoísmo suele estar
relacionado con el cuerpo y el mundo material; el altruismo, con el alma y el
mundo espiritual. Ambos son, según la ciencia actual, expresiones de procesos cerebrales que la evolución
proporcionó al ser humano; la idea del alma, o de algo parecido al alma,
probablemente apareció hace entre un millón y varios cientos de miles de años.
A menudo sucede que individuos, grupos humanos o empresas disfrazan su
comportamiento egoísta de altruismo; es lo que conocemos como hipocresía, y
encontramos numerosos ejemplos de dicho comportamiento en la publicidad.
Recíprocamente, también puede ocurrir que, en un ambiente egoísta, un
comportamiento altruista se disfrace de egoísmo: Oscar Schindler proporcionó un
buen ejemplo. A lo largo de la historia se han expresado, incluso en culturas
sin ningún contacto conocido entre ellas, conceptos que, con algunas
variaciones, incluyen la dualidad esencial del ser humano: lo femenino y lo
masculino, el bien y el mal, el ying y el yang, el ápeiron de
Anaximandro.
• [Publicación ‘El Español’][i] Titulo 1) Neurociencia
y Romanticismo. Titulo 2) La adicción al amor (no confundir
con el sexo) existe: estos son los dos tipos. Subtítulo) El
amor es pura química y produce en el cerebro un cóctel de
sustancias capaces de generar adicción. Ahora, investigadores de Oxford
han revisado 60 años de estudios sobre el tema.
Muchas personas describen el amor como un estado de
enajenación mental transitoria, que lleva a quienes lo sienten a realizar
ciertas locuras que jamás se le pasarían por la cabeza si no estuviesen
invadidos por este profundo sentimiento[ii].
Podrían
describirse del mismo modo las sensaciones a las que se exponen los adictos a
sustancias como las drogas o a acciones como el juego o las compras, por lo que
hay quien considera que el amor puede convertirse en otra forma de adicción.
Sin embargo, los
defensores del concepto de amor romántico consideran una atrocidad esta
teoría, que compara el sentimiento más bonito y puro que existe con algo tan
tabú como las drogodependencias o la ludopatía. ¿Pero qué ocurre entonces?
¿Puede realmente el amor llegar al punto de considerarse capaz de crear
adicción? Con el fin de dar una respuesta a esta cuestión, un equipo de
investigadores del Centro de Neuroética de la Universidad de Oxford ha
llevado a cabo una revisión de todos los estudios científicos sobre amor y
adicción desarrollados entre 1.956 y 2.016 y sus conclusiones, que han sido
publicadas en Philosophy, Psychiatry and Psychology[iii], pueden ser de gran utilidad bajo el punto de vista de la psicología
y las neurociencias.
El amor está en el
cerebro
Sí, el amor es un sentimiento,
maravilloso, pero no por eso deja de ser pura química, resultante
de un cóctel de sustancias que se liberan en el cerebro cuando dos personas
crean ese tipo de lazos afectivos.
Una de estas sustancias
cerebrales es la dopamina, un neurotransmisor conocido por
participar activamente en la producción de la sensación de placer, en un
proceso guiado por los mecanismos de recompensa. Dichos mecanismos
se activan de forma exagerada en las personas adictas, provocándoles la
necesidad urgente de repetir las acciones causantes de su adicción para poder
revivir esa sensación de placer. Muchos de los estudios analizados en esta
revisión demostraron que el amor genera estos desequilibrios en los sistemas de
recompensa, por lo que sí que podría concebirse como causante de adicción.
Dos niveles de adicción
Según los investigadores
responsables del estudio, esta adicción podría considerarse de dos tipos, según
el nivel de "gravedad". Por un
lado, hay personas que experimentan tal sensación de placer que son incapaces
de estar solteras y, cuando por fin consiguen encontrar pareja después de una
ruptura, comienzan a desarrollar comportamientos obsesivos que
pueden llegar a causar malos tratos e incluso terminar
en asesinato[iv] . Este nivel de adicción
crea un deterioro social muy similar al de los adictos a sustancias
de abuso y debe ser tratado no sólo por su bien, sino también
por el de sus parejas.
Por otro lado, hay personas que no llegan a
obsesionarse, pero sí que padecen una gran necesidad de estar en pareja,
por lo que sufren aún más con las rupturas e incluso se mantienen largo tiempo
en relaciones muy tóxicas con tal de no volver a la soltería.
¿El amor puede curarse?
Una de las películas románticas más emblemáticas de las últimas décadas
es Olvídate de mí, una historia protagonizada por Kate Winslet y
Jim Carrey en la que los dos miembros de una pareja piden a un profesional que
borre al otro de su memoria con el fin de olvidar la tormentosa relación que
habían vivido juntos.
De momento esta práctica sigue siendo sólo parte de la ficción, pero sí que
se han dado casos de investigadores que han tratado de buscar una forma de
aliviar el inmenso dolor resultante del final de una relación. Y el
organismo modelo perfecto para investigar esto es el perrito de las praderas,
pues se trata de animales claramente monógamos, que pasan toda su vida unidos a
una única pareja, hasta el punto de involucrarse en cruentas batallas entre
machos con el fin de defender a su compañeras. Estos lazos afectivos tan
fuertes se establecen por la acción de una hormona conocida como vasopresina,
en la que muchos investigadores han centrado su atención en los últimos años; ya
que, si se inyecta a estos animales un antagonista, bloqueando su
efecto, dejan de sentir apego hacia sus parejas y comienzan la
búsqueda de otra diferente.
De momento estos experimentos no han ido más allá de los perritos de las
praderas, pero sería perfecto que en un futuro pudiese aplicarse en humanos, ya
que sería una forma de eliminar el vacío que todo el mundo, sea o no adicto,
siente cuando acaba de salir de una relación sentimental.
Lamentablemente, hasta que esto, o lo que ocurre en Olvídate de mí,
sea posible, habrá que conformarse con olvidar poco a poco a aquella persona
tan especial. Y, sobre todo, mantener alejados los teléfonos móviles en caso de
haber consumido unas copas de más. Después de una ruptura pueden ser muy
peligrosos.
[Cerrando los contenidos principales que proporciona el buscador aparecen
los siguientes]: •Frases de amor para románticos; •Frases de amor, reflexión y
vida; *Amor en línea (página de citas 100% gratuita).
Está claro que para el gran informador mundial, Internet, el amor es sólo un sentimiento, finalmente una cuestión de química, y además algo potencialmente peligroso porque provoca adicción y violencia. Desde este punto de vista resultará legítimo que el estado intervenga coercitivamente en los individuos que aman para preservar el orden social. Como en los casos de abuso de sustancias psicotrópicas, el sentimiento amoroso perturbador no sólo se puede, sino que se debe curar. Y aquí no hay más misterio, porque lo dice la ciencia y sanseacabó.
Volviendo a las langostas-escorpión, su picadura es desquiciante. En el
ambiente familiar sus efectos trastocan por completo las relaciones habituales,
los afectos, el orden y la armonía. En esa especie de caos inducido por el
veneno, los sentimientos de atracción que hubiera se transforman en rechazo o repugnancia y los que tienen que vivir así desearían morir y no pueden, tal y como dice nuestro
texto de entrada. La respuesta que te facilita la red -o más bien que te
encierra en la red- es que la adicción que causa el amor induce una
descompensación psíquica de tipo obsesivo que causa un deterioro
socio-familiar. Los sentimientos placenteros, relacionados con determinadas
sustancias segregadas, son los que, en último término, causan el destrozo. Aquí no tiene nada que
ver la calidad ética de las relaciones, el valor moral de nuestros actos ni la libertad individual; todo se reduce a conexiones
neuronales útiles o inútiles. Por tanto ¡NO SE TE OCURRA PEDIR PERDÓN, intentar
la reconciliación ni nada de eso, por Dios! ¿No ves que tu pareja te puede
matar? No, olvídate de lo pasado y vive la vida: come, bebe, ríe... roba y
mata. ¡Da igual! Al fin y al cabo pronto no serás más que polvo que arrebata el
viento. O sea, nada.
A mí, constatar de un modo tan rotundo esta impostura pseudo-científica que
sufrimos me abruma; pero no me abate. Ciertamente, por discrepar de ese
planteamiento absurdo padezco en mis carnes castigos de disidente; pero hay
algo firme dentro de mí que, paradójicamente, al tiempo que me distancia de
evaluar mi vida en función de lo que siento, me colma de sentido, y
me sosiega.
Desdeñando el goce sensible inmediato y efímero, dejándome guiar por una
esperanza cierta, persigo un bien mayor, único y perdurable. No importa lo
árido que me resulte el camino, antes bien, cuanto más seco lo encuentro más se abaja mi corazón y más seguro estoy de haber elegido bien.
¿Acaso nos podemos dejar llevar de nuestros sentimientos, que hoy nos elevan como la
espuma del cava y mañana nos dejan tirados y sin ánimos? Claro que no, no son
fiables. Tiene que haber algo más.
Si el sufrimiento tuviera algún sentido podrían casar todas las piezas del puzle. Si fuera cierto que la muerte no es el final del camino, podríamos asumir cargar por el breve tiempo de una vida con un fardo de dolor... Porque después de todo, un corazón que rechaza sufrir por aquello que ama, que prefiere olvidar que amó para no sufrir, no
es corazón sino piedra.
Es muy fácil decir que todo es química y que todo tiene una solución química pero es también muy peligroso. Quien pretenda "poner en valor su vida", por favor, que no utilice Internet. Muchos están convencidos de que vivir correctamente consiste en estar bien informado y creen que la red es un instrumento óptimo para ese fin, siendo justo lo contrario. Millones de personas, al confiar ingenuamente en las potencialidades de Internet, han entregado voluntariamente el timón de sus vidas a desconocidos sin escrúpulos. Estar en "la nube" no es estar en el séptimo cielo sino más bien estar en las nubes, carecer totalmente de luz para encontrar el camino de la felicidad. La tecnología se ha vuelto endogámica, procura por todos los medios remitir todo hacia sí misma. Pero su lugar no es ser la piedra filosofal; es útil, sin duda, pero no deja de ser un instrumento.
Nosotros, las personas, somos algo más que números y reacciones químicas. Aquellos alquimistas que buscaban la fabricación de oro por medios químicos han pasado a la historia como unos locos ridículos, en cambio, otros que en su tiempo pudieron ser menospreciados y perseguidos, viven aún hoy en nuestra memoria entre esplendores dorados. Uno de ellos, Francisco de Quevedo, en su poema Amor constante más allá de la muerte, imprime con los caracteres indelebles de la belleza un argumento de autoridad a favor del amor que trasciende a las neuronas:
Es muy fácil decir que todo es química y que todo tiene una solución química pero es también muy peligroso. Quien pretenda "poner en valor su vida", por favor, que no utilice Internet. Muchos están convencidos de que vivir correctamente consiste en estar bien informado y creen que la red es un instrumento óptimo para ese fin, siendo justo lo contrario. Millones de personas, al confiar ingenuamente en las potencialidades de Internet, han entregado voluntariamente el timón de sus vidas a desconocidos sin escrúpulos. Estar en "la nube" no es estar en el séptimo cielo sino más bien estar en las nubes, carecer totalmente de luz para encontrar el camino de la felicidad. La tecnología se ha vuelto endogámica, procura por todos los medios remitir todo hacia sí misma. Pero su lugar no es ser la piedra filosofal; es útil, sin duda, pero no deja de ser un instrumento.
Nosotros, las personas, somos algo más que números y reacciones químicas. Aquellos alquimistas que buscaban la fabricación de oro por medios químicos han pasado a la historia como unos locos ridículos, en cambio, otros que en su tiempo pudieron ser menospreciados y perseguidos, viven aún hoy en nuestra memoria entre esplendores dorados. Uno de ellos, Francisco de Quevedo, en su poema Amor constante más allá de la muerte, imprime con los caracteres indelebles de la belleza un argumento de autoridad a favor del amor que trasciende a las neuronas:
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;
Más no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, más polvo enamorado.
[i] Esta
entrada, la cuarta al meter “AMOR” en Google, es una información falsa.
[ii]
Un ejemplo lo tenemos en Dios mismo, que no necesitando de nada, por amor se
hizo hombre y se dejó matar como si fuera un criminal. Y otros más en la vida de
enorme abnegación de tantísimos santos.
[iii] Suponiendo que para examinar los estudios del 2016 ha tenido que haber pasado éste, he metido en el buscador “Philsophy, psichiatry and psychology 2017 love
adiction Oxford 1956 to 2016” y en las 150 entradas resultantes no he encontrado nada ni remotamente parecido
al estudio que se nos dice en la entrada de “El Español”. Este texto es un fraude-pastiche y hasta se ve en su redacción:
“parece ser; muchos describen; hay quien considera; etc.”. Google
se presta al abuso ideológico bajo capa de ciencia.
[iv]
El artículo no aclara si el que puede llegar a matar es el cónyuge
obsesivo o su pareja.